Le creo al silencio muerto de mi espejo.
Es como cuando un pequeñito demonio producto de tu desvelo te tira el pelo y te hace tocar la tierra con la seda de los ojos. Se siente como un caer despacio frenético de pisar luna la y volar al paralelo olvido, y nunca tocas, nunca tocas. Ahora con los párpados seccionados para poder ver a oscuras (y que lo oscuro te vea también) apoyas la sien en la silla y sentís tronar a los demonios repletos de ganas de chocar la seda con el asfalto, pero vos y los párpados no ceden, nunca ceden. Así también hay gritos en el tímpano mayor (recordá cuanto duermen los muertos). Pero vos nunca dormís, nunca.
Es como cuando un pequeñito demonio producto de tu desvelo te tira el pelo y te hace tocar la tierra con la seda de los ojos. Se siente como un caer despacio frenético de pisar luna la y volar al paralelo olvido, y nunca tocas, nunca tocas. Ahora con los párpados seccionados para poder ver a oscuras (y que lo oscuro te vea también) apoyas la sien en la silla y sentís tronar a los demonios repletos de ganas de chocar la seda con el asfalto, pero vos y los párpados no ceden, nunca ceden. Así también hay gritos en el tímpano mayor (recordá cuanto duermen los muertos). Pero vos nunca dormís, nunca.
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