31.7.10
30.7.10
Lo fastidioso es tener que aprender nombres todo el tiempo.
Un vaivén remolinico
que los aloja de espora manera.
(allá y acá también)
Los escuchas eructar;
Reir
Mear
Bañar
Gritar
Soñar
Llorar.
Y vaivén va y viene.
Y vaivén van y vienen.
Gravenhurst - Animals
Spraying their eggs into a dead dog’s eyes
It’s england on a saturday night
I wish i could be like them and i try
But i find it more rewarding to walk along the river
Picturing my body discarded in the water
I wonder who will do it and i wonder what they’re doing right now
They opened up the sewers tonight
Animals caged in their appetites
Let loose upon the passer-by
And people like me are just parasites
Take me to the river
I want to feel the water
Closing in and helpless as you’re pushing my head under
I wonder if you’ll do it and i wonder what you’re doing right now
At four am you’re lying right there
With urine and wine dried in your hair
I take you to the river
I want to show you something
I’m making a map from all the flowers i’m collecting
I wonder if i’ll do it and i wonder what i’m doing right now
29.7.10
Crónicas de entresemana.
Calles hechas de paz y casitas de humo que exhalan acojo.
Mi respiración se amiga con el frío y la torna un gas rojo.
Los autos movidos por manos frágiles que entienden distancias.
El aire se respira tranquilo.
Miercoles a la noche.
Y los humos y mi respiración.
Y los autos que van quiensabedonde.
Oscurece acá II
No existe la paz cuando urbe
Y las casitas de humo de un lejano pueblo
son solo cajitas de fósforos que gritan al descanso.
La respiración no existe, es esclava de la humedad que la ata a tus pulmones.
Miles de luces por doquier no entienden lo que es llegar a destino.
El aire se paga a fin de mes.
Jueves a la noche.
Y la gente y sus edificios amontonados.
Y todos respiran. Y todos mueren.
Y los autos... que importa a donde van.
25.7.10
No tendrías que haber desaparecido
Un cierre abierto
Un hueco en lo lógico.
Por suerte café
y nuestros dedos
y nuestro cofre.
Pero en el hueco y en la mochila
siempre albergue habrá.
Nunca una molestia.
23.7.10
20.7.10
Huelan las rosas.
Somebody once said "those who feel it know it"
Somehow on this new world order something old is lost
But at what cost, at what cost?
I wish people would wake up and Smell The Roses
Somebody once said "Those who feel it, they know it"
"Those who feel it, they know it"
Somehow on this new world order something old is lost
But at what cost, at what cost?
The people, they don't know
They don't know who they are
I don't understand it
The people, they don't know who they are
And I don't understand it
As I stand accused, who cares if Jesus was black or white?
Or if the world was created in seven days or seven nights?
I don't give a red, white or blue freak, do you?
Who cares if the melanine of the first person to fall down in front of the first brick
that was thrown to fulfill the American cream-dream was dark in hue, or hueless?
I don't give a red, white or blue freak, do you?
It doesn't pay the taxes or the rent, doesn't make up for time spent
Doing life, bowing and scraping to live in a box, to live in this land, I don't understand
I don't understand it And I, I can't understand it.
The people they don't know who they are
I don't understand it
The people they don't know who they are
And I don't, I don't understand it
I wish people would wake up and Smell The Roses
I wish people would wake up and Smell The Roses
Somebody once said "Those who feel it, know it"
Somebody once said "Those who feel it, know it"
Somebody once said "Those who feel it, know it"
People they don't know who they are
And I can't understand it
They don't who they are, they don't who they are, they don't who they are
And I can't understand it.
A veces deseo que la gente oliese las rosas al despertar.
Alguien alguna vez dijo "Quienes lo sienten, lo saben."
De alguna manera en este nuevo mundo algo se perdió.
Y a expensas de qué? A expensas de qué?
Desearía que la gente oliese las rosas al despertar.
Alguien alguna vez dijo "Quienes lo sienten, lo saben."
De alguna manera en este nuevo mundo algo se perdió.
Y a expensas de qué? A expensas de qué?
Las personas, ellas no saben.
No saben quienes son.
Y no logro entenderlo.
Las personas, ellas no saben.
No saben quienes son.
Y no logro entenderlo.
Mientras me veo acusado,
A quién le importa si Jesús era blanco o negro?
O si el mundo fue creado en siete días o siete noches?
A mi me importa un carajo de cualquier color, y a ti?
A quién le importa si la melanina de la primer persona en sucumbir frente al primer
ladrillo lanzado para completar el sueño americano era de tono oscuro o sin tono?
A mi me importa un carajo de cualquier color, y a ti?
It doesn't pay the taxes or the rent, doesn't make up for time spent
Doing life, bowing and scraping to live in a box, to live in this land, I don't understand
No paga los impuestos ni el alquiler, no recompensa el tiempo perdido.
Rebuscándose la vida, haciendo reverencias y rasguñando para poder vivir en una caja,
para vivir en esta tierra, no lo entiendo.
Simplemente no lo entiendo.
La gente no sabe quien es.
Y no puedo entenderlo.
La gente no sabe quien es.
Y no puedo entenderlo.
Desearía que la gente oliese las rosas al despertar.
Desearía que la gente oliese las rosas al despertar.
Alguien alguna vez dijo "Quienes lo sienten, lo saben."
Alguien alguna vez dijo "Quienes lo sienten, lo saben."
Alguien alguna vez dijo "Quienes lo sienten, lo saben."
La gente no sabe quien es.
Y yo no la entiendo.
No saben quienes son, no saben quienes son, no saben quienes son.
Y simplemente no puedo entenderlos.
Los hijos del insomnio te dicen Buen día (o Buenas Noches,me estoy despertando)
19.7.10
17.7.10
De la felicidad.
Como nunca y siempre es ahora lo que suele sentirse como un redondo que vuela que se encuentra a un suspiro alegre de explotar en cientos de círculos con formas de petalos y ambiguas cintas infinitas unidas por sus tiernos lados. Y dentro del infinito solo atino a escaparse una de las iniciales del vocablo tan añorado y destino del periplo (Nuestro el sentir).
Un moebius es un infinito donde nunca es demasiado.
Como vos.
Como yo.
16.7.10
El invierno no es verde
Olvidan entonces el fuego, las sombras, los gritos, las depredaciones y se entregan a amar cada rama de los árboles, y a construir a lo largo de un sendero de humus cada vez más árboles que olvidan las distancias, y los kilometros les parecen solo una risa al oído atravesando la noche. Puesto que todo esto que no se puede nombrar, los amantes lo esconden en el bosque.
14.7.10
Hablen, tienen tres minutos
De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte
entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais,
para bajar al pozo donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara
cuelgo mi piel y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.
Excusarás este balance histérico,
entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío,
llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna
la humedad alisa sus patitas de esponja.
Máxime sabiendo que pienso en ti obstinadamente,
como una ciega máquina, como la cifra que repite
interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano,
acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas
en una sola miga de ternura.
Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos,
que nos demos un pétalo,
aunque sea un pasito, una pelusa.
Bolero.
Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.
JC.
12.7.10
T
9.7.10
Fábula de Joan Miró
El azul estaba inmovilizado entre el rojo y el negro.
El viento iba y venía por la página del llano,
encendía pequeñas fogatas, se revolcaba en la ceniza,
salía con la cara tiznada gritando por las esquinas,
el viento iba y venía abriendo y cerrando puertas y ventanas,
iba y venía por los crepusculares corredores del cráneo,
el viento con mala letra y las manos manchadas de tinta
escribía y borraba lo que había escrito sobre la pared del día.
El sol no era sino el presentimiento del color amarillo,
una insinuación de plumas, el grito futuro del gallo.
La nieve se había extraviado, el mar había perdido el habla,
era un rumor errante, unas vocales en busca de una palabra.
El azul estaba inmovilizado, nadie lo miraba, nadie lo oía:
el rojo era un ciego, el negro un sordomudo.
El viento iba y venía preguntando ¿por dónde anda Joan Miró?
Estaba ahí desde el principio pero el viento no lo veía:
inmovilizado entre el azul y el rojo, el negro y el amarillo,
Miró era una mirada transparente, una mirada de siete manos.
Siete manos en forma de orejas para oír a los siete colores,
siete manos en forma de pies para subir los siete escalones del arco iris,
siete manos en forma de raíces para estar en todas partes y a la vez en Barcelona.
Miró era una mirada de siete manos.
Con la primera mano golpeaba el tambor de la luna,
con la segunda sembraba pájaros en el jardín del viento,
con la tercera agitaba el cubilete de las constelaciones,
con la cuarta escribía la leyenda de los siglos de los caracoles,
con la quinta plantaba islas en el pecho del verde,
con la sexta hacía una mujer mezclando noche y agua, música y electricidad,
con la séptima borraba todo lo que había hecho y comenzaba de nuevo.
El rojo abrió los ojos, el negro dijo algo incomprensible y el azul se levantó.
Ninguno de los tres podía creer lo que veía:
¿eran ocho gavilanes o eran ocho paraguas?
Los ocho abrieron las alas, se echaron a volar y desaparecieron por un vidrio roto.
Miró empezó a quemar sus telas.
Ardían los leones y las arañas, las mujeres y las estrellas,
el cielo se pobló de triángulos, esferas, discos, hexaedros en llamas,
el fuego consumió enteramente a la granjera planetaria plantada en el centro del espacio,
del montón de cenizas brotaron mariposas, peces voladores, roncos fonógrafos,
pero entre los agujeros de los cuadros chamuscados
volvían el espacio azul y la raya de la golondrina, el follaje de nubes y el bastón florido:
era la primavera que insistía, insistía con ademanes verdes.
Ante tanta obstinación luminosa Miró se rascó la cabeza con su quinta mano,
murmurando para sí mismo: Trabajo como un jardinero.
¿Jardín de piedras o de barcas? ¿Jardín de poleas o de bailarinas?
El azul, el negro y el rojo corrían por los prados,
las estrellas andaban desnudas pero las friolentas colinas se habían metido debajo de las sábanas,
había volcanes portátiles y fuegos de artificio a domicilio.
Las dos señoritas que guardan la entrada a la puerta de las percepciones,
Geometría y Perspectiva,
se habían ido a tomar el fresco del brazo de Miró, cantando
Une étoile caresse le sein d’une négresse.
El viento dio la vuelta a la página del llano, alzó la cara y dijo, ¿Pero dónde anda Joan Miró?
Estaba ahí desde el principio y el viento no lo veía:
Miró era una mirada transparente por donde entraban y salían atareados abecedarios.
No eran letras las que entraban y salían por los túneles del ojo:
eran cosas vivas que se juntaban y se dividían, se abrazaban y se mordían y se dispersaban,
corrían por toda la página en hileras animadas y multicolores, tenían cuernos y rabos,
unas estaban cubiertas de escamas, otras de plumas, otras andaban en cueros,
y las palabras que formaban eran palpables, audibles y comestibles pero impronunciables:
no eran letras sino sensaciones, no eran sensaciones sino Transfiguraciones.
¿Y todo esto para qué? Para trazar una línea en la celda de un solitario,
para iluminar con un girasol la cabeza de luna del campesino,
para recibir a la noche que viene con personajes azules y pájaros de fiesta,
para saludar a la muerte con una salva de geranios,
para decirle buenos días al día que llega sin jamás preguntarle de dónde viene y adónde va,
para recordar que la cascada es una muchacha que baja las escaleras muerta de risa,
para ver al sol y a sus planetas meciéndose en el trapecio del horizontes,
para aprender a mirar y para que las cosas nos miren y entren y salgan por nuestras miradas,
abecedarios vivientes que echan raíces, suben, florecen, estallan, vuelan, se disipan, caen.
Las miradas son semillas, mirar es sembrar, Miró trabaja como un jardinero
y con sus siete manos traza incansable —círculo y rabo, ¡oh! y ¡ah!—
la gran exclamación con que todos los días comienza el mundo.
Es como cuando un pequeñito demonio producto de tu desvelo te tira el pelo y te hace tocar la tierra con la seda de los ojos. Se siente como un caer despacio frenético de pisar luna la y volar al paralelo olvido, y nunca tocas, nunca tocas. Ahora con los párpados seccionados para poder ver a oscuras (y que lo oscuro te vea también) apoyas la sien en la silla y sentís tronar a los demonios repletos de ganas de chocar la seda con el asfalto, pero vos y los párpados no ceden, nunca ceden. Así también hay gritos en el tímpano mayor (recordá cuanto duermen los muertos). Pero vos nunca dormís, nunca.
6.7.10
La ciudad
Acá se vé más. Acá decir horizonte no es ver una antena.
Llanura. Sur.-
Letargo
Porque ni tal ni cual te van a salvar.
¿Miedo a la muerte?
Ya te estás muriendo.
¿Por qué pensas que la agonía te escupe letargo?
ni quiero ver la curvatura de la vertebra al explotar la cerradura.
Prefiero quemarle los ojos a la serpiente
y ocultar que la cáscara sin el fruto ya no es atractivo.
Ahora hay toda clase de árboles.
Sus frutos todos, carecen de cáscara.
Prefiero quemarle los ojos a la serpiente
y que devore en paz toda la hectárea.
4.7.10
Entonces pienso en ese pájaro que lleva su mochila a la travesía de vivir. A la espalda fiel y cercana al oído de la mente. ¿Y qué hay de su reflejo en el cristal del horizonte mientras atraviesa el már?. Sabemos que el pájaro y su periplo (y su reflejo también) son no más que la esencia de un solo todo que a falta de etiqueta terrenal embriaga los sentidos en totalidad, abraza fuerte, escupe silencios, besa despacio, exprime los ojos, taima lo indómito y con una sonrisa en los járpados sacude el cruento corazón. Y dentro de la mochila un lupino se envuelve en las caricias de un nido seguro, amando el cobijo.
El lobo se funde en el nido como la mochila en la espalda del pájaro.
Y la esencia es siempre la misma.
Y el periplo puede tener sólo un nombre. El tuyo.